Las "Escuelas de la Patria" fueron las creadas en 1815 por el gobierno artiguista en Montevideo y en Purificación, para educar a los jóvenes como futuros ciudadanos republicanos. La experiencia fue muy corta, pero destacable en cierto sentido, por la filosofía que la sustentó educación conjunta de niños de todas las clases sociales y razas, énfasis en los valores de la libertad, el federalismo y la república, etc. El Pr. José Benito Lamas jugó un papel muy importante en ambas escuelas.
La escuela Lancasteriana -establecida en Montevideo, en 1821, a instancia de un propagandista inglés: J.Thomson- aplicó la metodología creada por Lancaster, consistente en utilizar a los alumnos más adelantados ("monitores") para retransmitir a los demás alumnos, reunidos en pequeños grupos, lo que el preceptor les había enseñado en las primeras horas de clase. El aula, con este sistema, adquiría un aspecto muy especial: el preceptor -sobre una alta tarima- controlaba mediante gestos, silbatos y campanillazos, la actividad de los grupos infantiles. Este sistema implicaba un ahorro de personal docente: se suponía que un solo maestro podría enseñar a mil niños. Empero, y pese a la mayor eficacia de este sistema para enseñar los conocimientos elementales, en nuestro país nunca tuvo mucho más de 100 alumnos y en 1825, apremiado por necesidades económicas y escaso apoyo social (los suscriptores de la sociedad bajaron de 130 a sólo 4), la escuela cerró sus puertas.
Durante los años 1854 y 1855 el Secretario del Instituto de Instrucción Pública -Dr.Jose G. Palomeque- recorrió las escuelas del interior del país y realizó un pormenorizado informe sobre su estado: asistían apenas 899 alumnos en 30 escuelas, las que -por otro lado- "...se limitan tan sólo a rudimentos de escritura, lectura, doctrina cristiana y las primeras cuatro reglas fundamentales de la aritmética y nociones de gramática castellana", agregando que los maestros carecían de formación, faltaban los buenos libros, etc. por lo cual "...es claro que el laberinto y desorganización de las escuelas no puede dejar de existir". Culminaba su informe proponiendo una serie de medidas tendientes a revertir la situación: sistematizar y uniformizar todo el sistema escolar, crear recursos específicos para la educación, atender la educación femenina, formar maestros, establecer la obligatoriedad escolar, designar a "un brazo robusto, enérgico e inteligente" que dirigiera ese sistema, etc. Su propuesta, muy elogiada por las autoridades, no fue -sin embargo- aplicada en ninguno de sus términos.
La Escuela Especial de Comercio creada en 1829 por el Tribunal del Consulado -integrado por representantes de los comerciantes para atender todos los problemas derivados de su actividad- constituyó un centro de enseñanza media -gratuito- para la formación de los futuros comerciantes y empleados de comercio. Su plan de estudios incluía: gramática castellana y francesa, aritmética mercantil y bancaria, caligrafía, geografía y contabilidad. Hasta su cierre en 1836 pasaron por sus aulas destacados alumnos que desempeñaron luego un importante papel en la sociedad uruguaya.
La Reforma Escolar, como proceso, se inició a finales de 1868. En esa fecha, José P.Varela, junto a un grupo de jóvenes intelectuales, crearon la "Sociedad de Amigos de la Educación Popular" (SAEP) dirigida a promover la reforma de las escuelas, inspirados en las doctrinas estadounidenses y argentinas (Horacio Mann y Domingo Sarmiento). Luego de un período de experiencias privadas, con la creación de una escuela modelo -la "Elbio Fernandez"- la edición de obras pedagógicas, el dictado de cursos para maestros, etc., José P. Varela tendrá la oportunidad de llevar a la práctica esas ideas en el sistema público. El gobierno de facto del Cnel. Latorre, a propuesta de su ministro J.Ma.Montero -amigo de Varela- designó a éste para un importante cargo educacional, lo que le permitió elaborar un proyecto de Ley de Educación que incluía no sólo la gratuidad de la enseñanza primaria -algo ya conocido y practicado- sino también la obligatoriedad de la asistencia, limitaciones severas a la enseñanza religiosa (bastaba la oposición de un solo padre para que ella no se impartiese en el aula) y una alta participación popular en la administración y orientación de la escuela pública: los padres, a través de las Comisiones de Distrito Escolar elegían indirectamente al Inspector Nacional de Instrucción Primaria. El gobierno, en 1877 promulgó la ley, pero modificando el proyecto original y aceptando solamente la gratuidad y obligatoriedad; estableció, en cambio, la enseñanza religiosa -con escasa limitación- y un sistema de gobierno escolar ultracentralizado.
Asumió Varela el cargo de Inspector Nacional de Instrucción Primaria y comenzó a desplegar una intensísima actividad organizando y controlando la constitución de un sistema escolar -hasta ese momento, prácticamente inexistente- labor que continuó y perfeccionó su hermano Jacobo Varela, luego de la prematura muerte de aquel en 1879. Desde 1877 hasta 1880 la matrícula escolar creció notablemente, tanto en las escuelas públicas (de 17.500 a 24.700) como en las privadas (de 6.600 a 15.000 alumnos); este crecimiento estaba reflejando una realidad: la sociedad uruguaya -mejor dicho, la montevideana- comenzaba a sentir las necesidades educacionales con mayor intensidad.
Creada bajo una lógica militar -disciplina muy dura que incluía castigos severos, horarios estrictos, etc.- esta escuela contó casi desde el comienzo con una buena infraestructura tanto en locales como en maquinarias modernas: tornos, telares, impresoras, etc. Con gran variedad de talleres (herrería, mecánica, tornería, carpintería, encuadernación, imprenta, zapatería, sastrería, etc.) su alumnado fue escaso, no pasando generalmente de 200 alumnos, todos con regimen de internado y con conducta frecuentemente "difícil". Este hecho se explica en parte por el regimen disciplinario aplicado y también porque allí confluían en los primeros aņos, desde niños simplemente rebeldes o desobedientes hasta condenados por homicidio. "Es radicalmente viciosa la organización de la Escuela porque en realidad es un verdadero cuartel. Son demasiado repetidas las quejas por malos tratamientos y de castigos bárbaros para creer que no tengan ningún fundamento..." alertaba el diario "El Siglo" en 1886.
La influencia de la Escuela sobre el desarrollo productivo fue escasa porque el número de egresados era bajísimo; en cambio funcionó eficazmente como un "taller del Estado", ya que fueron sus alumnos los que producían los uniformes, mantas, botas y municiones para el ejército, los impresos para la administración pública, barcos para la armada nacional... y hasta algunos muebles para los jerarcas de la institución. Recién a principios de este siglo se planteará claramente un nuevo enfoque pedagógico, de la mano de Pedro Figari
En sus comienzos la enseñanza secundaria fue esencialmente "preparatoria" para los estudios universitarios: no se concebía cursar la misma si no se pensaba continuar los estudios. A principios de este siglo se planteó un enfoque algo distinto, vinculado a la creación de liceos en el Interior del país, cuya función sería dar una formación integral, que se extendería por cuatro años y una posterior, especializada, que duraría dos años. Los liceos del Interior se establecieron entre 1912 y 1913, a lo que debe sumarse la creación -en Montevideo- de un liceo "femenino" en 1912 y otro nocturno para trabajadores en 1919, además de otros liceos diurnos en la capital. Este crecimiento institucional llevó la matrícula de unos 500 alumnos a fines del siglo pasado a unos 6300 en 1923 y a los 11360 en 1931.
En 1935, en medio de una crisis política, el gobierno separa la enseñanza secundaria de la órbita universitaria -donde habia estado desde el comienzo- dándole caracter autónomo. La expansión siguió produciéndose a ritmo acelerado: en 1950 su matrícula era de casi 30.000 alumnos.
Pedro Figari y la enseñanza
técnica.
Pedro Figari, abogado y posteriormente destacado pintor, desde sus distintas inserciones en la cosa pública -como legislador, como director de la enseñanza técnica- planteó en reiterados documentos su concepción de la misma: "El fin de la Escuela es la enseñanza de las ciencias y del arte en sus aplicaciones industriales (...) instruir el mayor número de personas, sin distinciones de ninguna clase, dándose además, cursos especiales para obreros en horas y días que a estos más les convenga (...)Modelar el criterio y el ingenio del alumno más aún que su manualidad..." exponía en su proyecto de reorganización de la institución. Si bien el pasaje de Figari por la dirección de la Escuela fue breve, su mensaje operó positivamente: la enseñanza técnica creció perdiendo su caracter de instituto correctivo (aunque no alcanzó el status de la enseñanza secundaria en el imaginario colectivo); la matrícula que no había superado nunca los 500 alumnos en el siglo pasado (con regimen de internado), en 1939 superaba los 9000 alumnos en varias escuelas industriales y agrarias, tanto en Montevideo como en ciudades del Interior.
En 1942, en procura de cambiar la imagen de la enseñanza técnica se designa a la misma "Universidad del Trabajo": esta denominación de "Universidad" que se le va a dar ahora a la Dirección General de la Enseñanza Industrial, tendrá además un efecto psicológico... en el espíritu de los jóvenes de nuestro país, porque les despertará el concepto de jerarquía de los esfuerzos que deben realizar para adquirir la habilidad técnica manual..." se decía en el fundamento de la ley que creaba esta "Universidad". La estructura y orientación de los cursos y programas no varió sustancialmente y la influencia sobre el proceso de industrialización siguió siendo muy débil. En la década de los '60 la matrícula superaba los 20.000 alumnos; de los mismos, una parte importante realizaba cursos "para el hogar" (cocina, tejido,etc.) en tanto las escuelas agrarias descendieron en su alumnado de manera vertiginosa (3650 en 1939 y 550 en 1961) acorde con el despoblamiento de la campaña que se estaba operando.
La expansión del sistema escolar
La escuela pública primaria experimentó un crecimiento notable en la primera mitad de este siglo: de unos 50.000 alumnos a principios de siglo, en 1943 llegaba a los 245.000; la matrícula se quintuplicaba mientras la población del país sólo se duplicaba (de 1 a 2 millones). Unida a esa expansión, se vivieron también cambios institucionales (creación del Consejo de Enseñanza Primaria y Normal en 1918) y experiencias renovadoras en lo metodológico (ensayos diversos de las nuevas metodologías que propugnaba la llamada "escuela nueva", reforma de algunos programas, creación de escuelas especiales para deficientes físicos, mentales, etc.). La escuela rural, pese a la reforma de sus programas en 1927 y luego en 1949, no logró -sin embargo- resultados positivos: la campaña permaneció estancada en lo tecnológico, proliferando los rancheríos rurales, en los que decenas de miles de niños apenas accedía a la escuela permaneciendo en el semianalfabetismo.
En 1965 se produce un "Informe sobre el estado de la educación en el Uruguay" por parte de la Comisión de Inversión y Desarrollo Económico y la Comisión Coordinadora de los Entes de Enseñanza; este informe incluyó un diagnóstico muy duro de la situación: un 10% de la población nacional carecía de instrucción y casi un 50% no había completado la enseñanza primaria. "La escuela uruguaya es actualmente inadecuada para superar los factores que inciden en ella. Su eficacia pedagógica y cultural se compromete día a día al no crear nuevos tipos de enseñanza para esta realidad en la que está inscripta" -señalaba el citado informe y proponía aumentar el horario escolar, el número anual de días de clase, realizar actividades educativas durante las vacaciones, etc. Con respecto al otro nivel de la enseñanza, afirmaba: "En la enseñanza media la repetición es un fenómeno de entidad más intenso en la enseñanza técnica que en la secundaria; mientras que en este nivel la expansión demográfica estudiantil ha afectado la calidad de los servicios, haciendo inadecuados los equipos y exigiendo la utilización de personas sin la conveniente preparación previa como personal docente. La masificación de la enseñanza ha llevado hasta las aulas a alumnos provenientes de medio socio-culturales más pobres (...) sin que el sistema creara condiciones de mayor intensidad educativa que, compensando las diferencias de origen, volvieran reales las iguales posibilidades que la sociedad debe ofrecer a todos los niños..." Agregaba más adelante que "La Universidad del Trabajo se expande en la medida en que prepara para el sector terciario (...) es decir, en la medida en que brinda cursos no manuales ni técnico-industriales; se expande igualmente en los cursos manuales de finalidades no profesionales...", factores que incidían en la casi nula influencia de esta enseñanza en el desarrollo económico.
En 1973, en plena crisis política y con duros enfrentamientos no sólo entre gremios estudiantiles y docentes con el gobierno, sino aún dentro de éste (Parlamento vs. Poder Ejecutivo), se aprueba una Ley de Educación que pretende instaurar el orden y la disciplina en el sistema educativo. Se establece un Consejo Nacional de Educación (CONAE) designado directamente por el poder político, el cual nombraría los integrantes de los tres consejos que regirían la enseñanza primaria, la secundaria y la técnica. El regimen interno de los centros de enseñanza adquirió un tinte autoritario: "Queda especialmente prohibido: (...) realizar o participar en cualquier tipo de actos, reuniones, asambleas, homenajes, plebiscitos y elecciones en las oficinas o establecimientos de educación, no autorizados expresamente por los Consejos respectivos (...) Colocar avisos, dibujos, emblemas, insignias, carteles, imágenes, leyendas escritas o grabadas, arrojar volantes o realizar cualquier otra clase de actividad o propaganda política, gremial, religiosa o contraria a la moral o las buenas costumbres, en las oficinas o establecimientos de educación" (Art.28). Los padres o tutores podían perder el derecho de administrar los beneficios sociales correspondientes a sus hijos e, incluso, ser remitidos a la Justicia, en caso de no colaborar con las autoridades en el contralor de la conducta de sus hijos.(Art.34 y 35)
La política educacional de la
dictadura
La filosofía que sustentó las reformas educacionales durante este período está representada por las expresiones de un Vicerrector del CONAE, Cnel. J.Soto: "...la mayoría de estos ilustres ciudadanos [los universitarios] estaba impregnada de la savia del pensamiento materialista que desparramó por el mundo la filosofía "roussoniana" de la Francia del siglo XIX y el influjo de voces desde el Paraninfo de la Universidad o el Ateneo de Montevideo (...) sus consecuentes discípulos (...)incrédulos del orden Natural del pensamiento cristiano, quedaron indefensos bajo los embates del marxismo (...) esos profesores no eran más que portadores de la escuela liberal en que se formaron cuando estudiantes y como tales, sinceros defensores de un laicismo aberrante por su complicidad con el ateísmo de inspiración masónica que los convertía en ingenuos sostenedores de que "todas las ideas son respetables" máxima idea que dio albergue a las corrientes marxistas que por ese entonces ya habían comenzado su penetración"
Entre las medidas que se tomaron -según un Memorandum del Ministro de Educación- "se ha perseguido como objetivo la supresión de los planes y programas de estudio que conducían (...) a la catequización de los estudiantes para la ideología marxista (...) ...se ha buscado la eliminación de saboteadores y dirigentes extremistas (...) sumariando y destituyendo a quienes se les ha podido constatar actividades políticas extremistas, antes o después de la intervención (...) Se ha perseguido la eliminación de los cuadros docentes de aquellos que hicieron o hacen directa o indirectamente proselitismo político, de aquellos que dirigen las agrupaciones gremiales marxistas o cuya intervención en el cogobierno los sindican como responsables de la politización marxista en la Universidad". Se exigió a los estudiantes universitarios la firma de un compromiso por el cual se abstendrían de promover o realizar reuniones, repartir o aceptar volantes, vestir prendas de acuerdo a los criterios de la autoridad, denunciar a aquellos que violaran alguna de estas normas, etc., en tanto en la enseñanza media, se aplicaron drásticamente las mismas medidas que incluían normas para el corte de cabello, color de las medias, etc.
La reinstitucionalización
educacional
Al normalizarse la vida política con la cesación de la dictadura, todas las fuerzas políticas y sociales acordaron -entre otras medidas- una nueva ley de educación que establecía expresamente que "se garantizará plenamente la independencia de conciencia moral y cívica del educando (...) los pronunciamientos oficiales de los órganos directivos o consultivos no obstan al derecho de petición ni al ejercicio de la libertad de pensamiento de funcionarios y educandos (...) La enseñanza-aprendizaje se realizará sin imposiciones que atenten contra la libertad de acceso a todas las fuentes de la cultura". Desde el punto de vista institucional, se mantuvo la misma estructura organizativa anterior -con algunos cambios de denominación- pero se buscó un acuerdo político para que las nuevas autoridades de la enseñanza tuviesen el consenso de todas las fuerzas partidarias.
Prof. Jorge Bralich
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