José Luis Zorrilla de San Martín plasma en el barro la continuada resonancia romántica de su antecesor. Lo hace en forma de incesante labor. Es José Luis más que un estatuario, un monumentalista de fácil discurrir. Una gran habilidad de ejecución le induce a sobrepasar de inmediato inicios o intentos y proceder a la terminación de sus obras. La cantidad de trabajo concretado por José Luis Zorrilla ha creado un mundo de imágenes que sobrecoge la visión del visitante de su taller. Una cultura amplia y siempre sedienta de conocimientos, de historia y literatura clásica principalmente, le hace desbordar en sus obras los temas de su erudición, desentendiéndose de lo sencillo o sintético. Apartado de la inquietud del mundo contemporáneo y apoyándose en su especial formación cultural, se retrotrajo al pasado como inspirador de labores.
Francamente no podían atraerle el decantamiento purista de los abstractos, ni el candor de los primitivistas que reviven arcaísmos. No es el desnudo monstruo plástico el que le sugestionó, sino el semidios griego, las metáforas de los artistas clásicos, los simbolismos de esplendorosas épocas pretéritas en el apogeo de sus evoluciones.
Tiene para ello un lenguaje legítimamente heredado: es elocuente,
no exento de énfasis. Así son "Hércules", "Cronos",
las estatuas del "Obelisco a los Constituyentes de 1830" y otras muchas
más. Una misma inspiración las une en estilo y rasgos, a
punto tal que puede percibirse su obra como un extendido autorretrato.
El entrecejo de sus figuras se frunce, el brazo se levanta declamatorio,
la mano se crispa, los ropajes se retuercen. Esta expresión siempre
igualmente impostada a un tono de arte, acaso es artificio? El énfasis
están en la naturaleza de este artista que en medio de las evoluciones
del arte viviente se aferra a los cánones tradicionales de un barroquismo
renacentista.
José Luis Zorrilla inició su aprendizaje profesional en el Círculo Fomento de Bellas Artes con el profesor Felipe Menini y concurrió algún tiempo a la academia de Antoine Bourdelle en París.
En su temporaria residencia en Francia realizó dos de sus conocidas
obras "La Fuente de los Atletas" y "Monumento al Gaucho", distinguido con
una medalla de plata en el "Salón de la Sociedad de Artistas Franceses".
sito en la Plaza José Pedro Varela de Montevideo.
La tradición local obtiene en este artista el intérprete de acento épico que la valora con gesto que busca extensión y docencia. De las numerosas obras de Zorrilla que registran nuestro pasado, algunas simbolizan hechos como el "Monumento a la Batalla de Sarandí", una mujer guerrera que guía a un puma; personajes de leyenda, como el "Viejo Vizcacha"; ese "Monumento al Gaucho", ("Primer elemento de la emancipación americana y de trabajo") es su mejor obra. Excelente obra de un tipo de monumento ecuestre que tuvo su auge en el siglo XIX, en que se buscó dinamismo y movimiento. Pero en este monumento, el movimiento no desplaza la línea, como temía Baudelaire. Precisamente, líneas de gran composición corren desde, el caballo al jinete que levanta una lanza, y líneas tensamente trazadas en su arabesco al través de las mil pequeñas contorsiones con que este artista acostumbra a ornar su trabajo. Los ropajes vuelan recortando duramente el aire libre con esa ágil pesadez que parece provenirle de su acercamiento a Bourdelle.
Todo en este grupo ecuestre es creación y acierto y cabe elogiar explícitamente el ejemplo que proporciona de la justa medida de la escultura. A menudo sucede que las obras de gran tamaño dejan la impresión al observarlas de cerca, de cosas agrandadas, y el conocimiento de sus bocetos, más expresivos, así lo confirman. Quien bien analice el "Monumento al Gaucho" quedará sorprendido cómo el modelado vigoroso de sus trozos o detalles sostiene lo vivido de su creación total.
En Montevideo también levanta su "Aparicio Saravia" y en el centro de Buenos Aires otro grupo ecuestre más, el "Gral. Julio A. Roca". En Buenos Aires realiza, como invitado de honor, una exposición en el año 1936, ocupando su obra doce de los dieciocho salones de la Comisión Nacional de Bellas Artes.
Sus dotes de monumentalista se acusan igualmente presentes al tratar la escultura religiosa. "Pieti" es un grupo en bronce de gran tamaño; su altura es de 2 ,80 ms. La Virgen extiende los brazos cobijando la acción del depósito de Cristo que piadosamente realizan dos figuras de rostros encubiertos, como actitud de suprema resignación por el hecho consumado. Si toda la composición se impone elocuentemente, el tratamiento de Zorrilla al modelar el cuerpo de Cristo es de recogida intimidad. La tumba en mármol de "Monseñor Mariano Soler", primer Arzobispo de Montevideo, ubicada en la Catedral, es un noble renacimiento de una tradición cristiana de grandes monumentos funerarios. Finalmente tiene en el arte menor de la medalla varias piezas de hermosa composición.
El aislamiento de José Luis Zorrilla de San Martín, conceptual y formal, le ha impedido tener discípulos y aún con su taller abierto a los deseosos de conocerle, su obra multiplicada y su manera reconocible, le inhibieron formar escuela.
Documento tomado de : Las Artes Plásticas del Uruguay : desde
la época indígena al momento contemporáneo / José
Pedro Argul. -- Montevideo : Barreiro y Ramos, 1966.
Versión de: noviembre de 1997.
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