Crítico, ensayista, nació en Bahía Blanca (Argentina) en el año 1889 pero radicado desde muy niño en Uruguay, sus padres fueron Emilio Zum Felde, de ascendencia germana, y Josefina Alberdi, de la antigua familia hispano uruguaya.
Fotografía Alberto Zum Felde. dictando una conferencia en el entonces Ministerio de Instrucción Pública en el año 1938. Gentileza del Archivo de la Imágen (SODRE)
Se vinculó desde muy joven con los círculos uruguayos
intelectuales, integrando el cenáculo de Roberto de las Carreras,
que se reunía en el Café Moka, situado en la calle Sarandí.
Publicó sus primeros trabajos literarios en La Razón y
El Siglo, bajo seudónimo.
Hacia 1908 comenzó a usar el de Aurelio del Hebrón, con
el cual firmó su primer libro, Domus Aurea, aparecido en el citado
año, formado por un conjunto de sonetos y piezas teatrales: "Lulú
Margat" y "La Hiperbórea", publicadas en la revista Apolo,
en el mismo año.
Tanto los sonetos como las piezas teatrales son tipicamente modernistas
y documentan con genuino talento, rasgos sobresalientes de la literatura
novecentista uruguaya.
Sus grandes admiraciones de esos años fueron, según ha
expresado el mismo Zum Felde, Nietzche e Ibsen. Por ese tiempo fue actor
de un suceso memorable: al morir Julio Herrera y Reissig, y sin que mediara
invitación, pronunció ante sus restos, en el acto del sepelio,
un discurso en el que acusaba con violencia a la sociedad uruguaya por
las condiciones en que se había obligado a vivir al poeta.
El discurso, en algunos aspectos notoriamente injusto, tiene sin embargo,
el atractivo de su tono de rebeldía juvenil. Fue publicado en el
periódico La Semana (Montevideo, Año II, No. 36, marzo
26 de 1910).
Con la edición de El Huanakauri (1917), Zum Felde comienza
a separarse de su decidida adscripción a las corrientes del modernismo
literario. El libro, por su contenido, es ensayístico; por su forma,
poemático. El Huanakauri es una profesión de fe, y
son palabras del mismo autor, de "americanismo radical". Un americanismo
que predicaba, en lo cultural la verificación de una auténtica
autonomía espiritual americana, basada tanto en su tradición
como en su realidad histórica contemporánea, pero con proyecciones
de validez universal.
Por esos mismos años fue designado secretario de la Biblioteca
Nacional, pasando luego a Sub Director y, más tarde, en 1940, a
Director, cargo que desempeño hasta 1944, en que se jubiló.
En 1919 comenzó a ejercer la crítica literaria militante
en el diario El Día (edición vespertina que apareció
luego con el nombre de El Ideal).
Realizó esta actividad hasta 1929. En la misma década
del 20 dirigió la revista La Pluma, editada por Bertrami,
Elgue y Cía., y de la cual aparecieron XVIII volúmenes, entre
agosto de 1927 y marzo de 1931. Tanto como crítico del citado diario
como director de la revista mencionada, puso en práctica las teorizaciones
de El Huanakauri. Y como crítico militante realizó
una saludable revisión del pasado literario uruguayo y prestó
severa pero objetiva atención crítica a lo má importante
de la producción intelectual del momento, nacional y extranjera.
Fue, también en el Uruguay, el teorizador del movimiento estético
de los años veinte, cuya consigna se sintetizaba en el imperativo
de realizar, en todos los órdenes de la creación artística,
obra tránsida de esencias nacionales pero sin bajar la guardia estética
y conciliando renovación y tradición. En esa misma época
publicó Crítica de la Literatura Uruguaya (1921),
donde reunió parte de sus artículos de El Ideal, y
otros dos libros de distinta índole: Proceso Histórico
del Uruguay (1920) y Estética del 900 (1929).
En el primero del que se conocen ya varias ediciones, el autor estudia
la constitución morfológica y la evolución socio-política
del Uruguay, "analizadas con criterio fundamentalmente sociológico"
y teniendo en cuenta "la suma de elementos territoriales, étnicos,
económicos, culturales, que ha determinado sus caracteres y sus
hechos". Escrito con una prosa a la vez elegante y ágil, es
ese un libro que se lee con el mismo interés que se lee una novela.
Estética del 900 reúne un ciclo de conferencias
dictadas en la Facultad de Humanidades de la Plata en setiembre de 1927.
Esas conferencias analizan las corrientes estéticas posteriores
a la guerra del 14 y enfilan a la dilucidación de esta pregunta:
¿Cuál es la posición de América con respecto
a esa evolución del arte y, en más integral sentido, a esa
evolución de la cultura que se está operando en Occidente?
La respuesta coincide, en un nivel más hondo y analítico,
con la orientación ya expresada en El Huanakauri.
Retirado del ejercicio de la crítica militante, realiza en 1931,
un viaje por Europa, después de haber realizado una de sus obras
capitales: Proceso Intelectual del Uruguay y crítica de
su literatura (1930). En esa obra, el autor ordena y valoriza
la producción intelectual uruguaya, desde el lejano pasado colonial
hasta el momento en que la obra fue escrita. Tal como el mismo Zum Felde
ha expresado en su Proceso ha encarado el fenómeno intelectual
desde una triple perspectiva: sociológica, psicológica y
estética.
La obra ofrece, por consiguiente, el film del proceso evolutivo histórico
de la cultura uruguaya, destacando la significación que en dicho
proceso han tenido algunos autores de valores muy relativos y a la vez,
jerarquiza e interpreta a aquellos que, además han creado valores
perdurables.
El Proceso fue complementado con otros dos libros, también
de la década del 30: Indice de la poesía uruguaya contempor
ánea (1933) y La Literatura del Uruguay (1939).
En la misma década publica dos dramas filosóficos: Alción,
misterio en tres cielos (1934) y Aula Magna o la Sybyla y el filósofo
(1937).
En ellos, "se dramatiza bajo los velos estéticos de las alegorías
- la conciencia metafísica del hombre..."
Sus dos siguientes libros son El ocaso de la democracia (1939),
que accede al análisis de la situación política mundial
de esos años, y El problema de la cultura americana (1943),
donde plantea las tesis de El Huanakauri, con mayor rigor y madurez.
Tras varios años de silencio, publica Indice crítico
de la literatura hispano-americana, Vol.I La ensayística,
Vol.II La narrativa, dos gruesos volúmenes aparecidos en
1954 y 1959, respectivamente.
Posteriormente y tras su conversión al catolicismo, edita dos
nuevos libros: Cristo y nosotros (1959) y Diálogos Cristo-Marx
(1971).
Carlos Reál de Azúa, enjuiciando la actividad crítica
de Zum Felde, ha escrito que "rompió con la dudosa tradición
nacional , y aún sudamericana, de una crítica inhibida en
su plena función por consideraciones de vanidad tradicional, por
inflación patriotera, política y localista, por vinculaciones
familiares y de clase, por piedad sentimental, por ambiciones descolocadas"
y, señala asimismo que " posee Zum Felde una excepcional actitud
para las construcciones coherentes y la síntesis brillante, una
admirable sensibilidad - o si se quiere vista- para los fenómenos
espirituales menos legibles de América y de su tiempo".
Por su parte Arturo Ardao, en su libro Filosofía del Uruguay
en el siglo XX (1956), ha subrayado la significación de Zum
Felde dentro de las corrientes americanas de la filosofía de la
cultura. Debe agregarse que Alberto Zum Felde fue uno de los nueve escritores
que formaron el núcleo inicial de la Academia Nacional de Letras,
de acuerdo con el decreto-ley de febrero de 1943, que creó dicho
instituto.
En 1957 se le otorgó el Premio Nacional de Literatura (bienio
1955-1956), y en 1968, el gran Premio Nacional de Literatura (trienio 1964-1967).
Arturo Sergio Visca
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